jueves, 25 de septiembre de 2014

Una Noche en el Barbas

En un breve relato, que no esta la cosa para distraerse con filigranas, querría comentar lo que fue la cena en el restaurante el Barbas, una noche durante las pasadas fiestas patronales (en toros). 

Y es que cada vez que cambia la carta nos gusta visitarlo, para poder ser sorprendidos por este mago de los fogones. 

Ya era hora que Ayora tuviese un restaurante de estas características (seguramente próxima estrella Michelín), y no ser conocidos únicamente por los Gazpachos y la Gachamiga.

La noche era una de esas noches de vacas, elegida así para no tener el restaurante saturado, ya que la mayoría de gente ya está cenada con las meriendas del "tablao", y que la cosa fuese fluida fue una cosa en la que acertamos plenamente. Un par de mesas, más el hermano del cocinero y su familia, y nosotros dos.

Nos recibió Jorge "Valdano", que no porque sea mi amigo sino por el buen hacer y "trazas", hay que reconocer que el servicio fue de lo más agradable y animado.

Después de tomar nota de la comanda y de servirnos un vino blanco bien frío (del que al final cayeron dos botellas), nos obsequiaron con un aperitivo de "pan tomaca" marca de la casa. 
Y aunque parezca un "cuadradito" relleno de leche o chocolate de los que venden en Mercadona, puedo dar fe que es pan y tomate.


Comenzamos la cena con un par de hamburguesas, una de cordero y otra de un animal que no sabía ni que existía, ambas de extraños colores, pero jugosas y sabrosas a más no poder. 


Seguimos la velada con un canelón muy diferente a lo esperado y en honor a la verdad el plato que vino a continuación fue tan espectacular que no me acuerdo ni los ingredientes del canelón (espero me pueda perdonar "el Ministro"), pero riquísimo estaba, eso sí.


Luego llegó el plato orgásmico, un huevo cocido a baja temperatura sobre una base de patata y leche con trufa y no se que más (que me perdone el cocinero por el nombre del plato), que quitaba el sentido.
Después de ver en los programas de cocineros en televisión, he de reconocer que el tema de cocción a baja temperatura era algo extraño para mí, pero uff... como estaba el platito. De estos me comía yo una docena todas las noches.  


Luego como buen comensal del Barbas, no nos podíamos ir sin el típico chuletón a compartir. Que con la pinta que tenía no dejamos que reposara ni para la fotografía.


Y para terminar un postre recomendado por "Valdano", que no se que llevaba ni como se llamaba, pero rico y fresco.


Y para poner el broche final a la cena que mejor que un buen GIN, preparado con esmero, y con las dos botellas de vino entre pecho y espalda, la cuenta se pagaba sola y sin rechistar.


 Perdón por la calidad de las fotos que van desmejorando acorde al avance de la cena, pero el vino pasaba factura conforme disminuía.

En resumen:

PABLO, cambia pronto la carta que vayamos a probar (pero el huevo ni tocarlo).


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